Las primeras veces: andar con paso suave entre flores, tierra… y confianza

Madre e hija en un hogar de campo probándose calzado cómodo VIVAIA, rodeadas de luz natural, plantas y calma cotidiana.

Frente a la luz suave del jardín, los primeros pasos con un calzado cómodo marcan el inicio de una vida sencilla, bonita y en calma.

Hay algo profundamente honesto en las primeras veces.

Tienen ese temblor del corazón cuando intuye lo desconocido. Esa mezcla de ilusión y miedo que se nos queda prendida en el pecho, como una flor que no termina de abrirse del todo.



A veces las primeras veces son pequeñas —plantar una tomatera, coger un nuevo camino para pasear, calzarte unas zapatillas que aún no sabes si te abrazarán los pies—.

Y otras veces son más grandes: mudarte al campo, empezar un nuevo trabajo, abrir la puerta de tu casa a otras personas a través de una cámara.



Pero todas tienen algo en común: nos transforman.

Mujer cuidando el jardín entre rosales y tomates en un huerto casero, en una mañana tranquila de primavera.

Mañanas de jardín y tierra húmeda. Cada rosa que florece trae consigo una promesa de calma.

Caminar con suavidad, incluso cuando hay nervios

Yo, como muchas de vosotras, siento las primeras veces con intensidad. Me emocionan, me inquietan, y siempre intento prepararlo todo para poder vivirlas bien.

Y aún así, nunca se está del todo preparada.


Cuando acepté colaborar por primera vez con una marca, me di cuenta de que, aunque sea algo aparentemente sencillo, también podía convertirse en una experiencia profundamente emocional. No quería mostrar nada que no sintiera mío. Nada que no pudiera recomendar con el corazón tranquilo.


Y entonces llegaron ellas: mis primeras zapatillas de VIVAIA.

Tres modelos diferentes. Tres formas nuevas de caminar por mi rutina.

Tres modelos de zapatillas sostenibles VIVAIA sobre alfombra étnica, reflejando un estilo de vida slow y cómodo.

Cada paso cuenta cuando lo das en calma. Tres estilos, una misma filosofía: caminar bonito.

Lo curioso es que, para alguien como yo, que ama andar descalza, hablar de calzado puede parecer extraño. Pero es precisamente por eso que me pareció tan importante hacerlo.

Porque cuando encuentras algo que te acompaña de verdad, que no aprieta, que no cansa, que no invade… eso también es parte del autocuidado.

Las “Cristina” se han convertido en mis compañeras dentro de casa.

Ligeras, bonitas, como una bailarina suave que no pesa nada.

Las “Kara”, con su suela blanda, me abrazan cuando salgo al jardín.

Y las “Allday”, esas deportivas cómodas, me acompañan en los paseos con mi familia, entre amapolas y caminos de tierra húmeda.


El campo como maestro de primeras veces

Cuando nos vinimos a vivir al campo, todo era una primera vez.

Primera vez plantando sin saber si germinaría.

Primera vez aprendiendo a escuchar los ritmos lentos de la tierra.

Primera vez mirando el cielo con tiempo, con pausa, con ganas de entender lo que las estaciones querían enseñarme.


Y ese aprendizaje continúa cada día.


Hay algo profundamente reparador en agacharte a quitar hierbas. En meter las manos en la tierra húmeda. En confiar en que un fresal crecerá en el lugar donde tú decidiste probar.

Aunque no tengas garantías.

Aunque no estés segura.


Mujer eligiendo una planta de tomate en un vivero, rodeada de macetas verdes. Un instante de vida slow.

Escoger una tomatera o planta es también elegir un futuro momento de calma. Vida slow en cada decisión cotidiana.

Caminar por la vida con esta sensibilidad no siempre es fácil.

A veces se siente todo demasiado. A veces hay que parar, respirar, y recordar que no estás sola.

Que hay muchas otras mujeres, al otro lado de la pantalla, que sienten parecido.

Y por eso este blog también existe.


Porque necesitamos lugares donde reconectar.

Donde la belleza no esté reñida con la sencillez.

Donde hablar de calzado pueda ir de la mano con hablar de cómo nos sentimos por dentro.


Un paso ligero, pero firme

Volver a confiar en nuestras propias decisiones.

De eso van las primeras veces.


Y si algo he aprendido en este tiempo es que no hace falta correr.

No hace falta tener todo bajo control.

No hace falta tener la certeza absoluta.

Basta con dar un paso. Uno solo. Y luego el siguiente. Y después el siguiente.


Y si puede ser con comodidad, mejor.


Niña eligiendo entre varios pares de zapatillas VIVAIA junto a su madre, en una escena cálida y hogareña de vida slow.

Entre cajas y zapatillas, se tejen los primeros recuerdos de una infancia slow. El hogar como refugio y comienzo.

¿Quieres probar tú también?

He querido compartir este trocito de mi día porque, a veces, hasta lo más pequeño puede ser una inspiración.


Y si tú también necesitas un calzado que abrace tus pasos y acompañe tu ritmo sin interrumpirlo, te dejo aquí los enlaces con un 10% de descuento (solo durante 7 días desde hoy):

🔗 Zapatillas Cristina - Comodidad bonita para estar en casa

🔗 Deportivas Allday - Para caminar en calma por dentro y por fuera

🔗 Sandalias Kara - Ligeras, flexibles y sin rozaduras



🎁 Código de descuento: CHECHU10

🕰️ Válido durante 7 días desde la fecha de publicación.



Gracias por estar aquí, por leer, por formar parte de este pequeño rincón donde las cosas sencillas también tienen su lugar.

Y si te ha gustado, te invito a compartirlo o dejarme un comentario. Me encantará leerte.



Con cariño,

Chechu 🌿

Siguiente
Siguiente

🌷 La suavidad como forma de fortaleza: limpiando el hogar y el alma 🌷