🌿 Carta de una semana en la que intento recomponerme
Hola…
Hoy no escribo desde un lugar ordenado.
Tampoco desde la calma perfecta.
Hoy escribo desde ese punto intermedio donde una no está mal, pero tampoco bien del todo.
Desde esa sensación de estar sosteniendo muchas cosas pequeñas,
que juntas… acaban pesando.
Solo quería contarte cómo estoy,
por si alguna vez tú también te has sentido así.
Estos días han sido de esos que parecen normales desde fuera,
pero por dentro han removido muchas cosas.
Estoy intentando hacer muchas cosas a la vez.
Tengo un encargo importante que me tiene atascada.
Lo he repetido ya dos veces… y ahora voy por la tercera.
No es solo que me esté costando técnicamente,
es que emocionalmente me está drenando.
Quiero hacerlo bonito, pero también tengo plazos.
Y eso me genera presión.
Y me noto más frágil.
Súmale que Aslan está malito.
Y no sé explicar muy bien lo que me pasa cuando uno de mis perros no está bien…
pero la casa se vuelve más silenciosa,
como si también ella lo notara.
Y me siento tocada.
Triste, aunque siga con todo.
Y luego está Luna.
Mi niña.
Cuatro años que son luz…
y también intensidad.
Esta semana ha tenido muchas emociones.
Y yo también.
No es fácil sostener el llanto de una niña tan sensible sin romperse un poco por dentro.
Hay momentos en los que me siento desbordada.
No por ella…
sino por lo que despierta en mí.
Y me canso.
Me saturo.
Y en silencio, deseo desaparecer un ratito.
No que alguien me lo note.
Solo eso… desaparecer.
Estar sola un momento.
Sin preguntas.
Sin rendimientos.
Sin tener que ser “la madre que aguanta todo”.
Solo ser.
Solo respirar.
También estoy intentando recomponer algo en mí.
Y no sé muy bien por dónde empezar.
Quizá por el cuerpo, que con el calor se siente más pesado.
Quizá por la mente, que va más deprisa de lo que puedo seguir.
Quizá por la maternidad, que me está pidiendo que crezca… mientras intento no perderme.
Recomponerme, para mí, es eso: volver a preguntarme qué necesito.
Y hacerlo sin culpa.
Es hornear una tarta de pera con harina de avena,
y dejar que el aroma llene la casa de algo bonito.
Es ver cómo Luna se calma después de una rabieta,
y sentir que algo dentro de mí también se serena.
Es poder decirle a mi pareja “estoy cansada”,
y que él me escuche sin querer arreglarme.
Solo eso. Saber que alguien está al otro lado.
No sé si a ti te pasa,
pero hay semanas en las que siento que soy muchas cosas a la vez:
madre, pareja, creadora, retratista, cuidadora del hogar, del jardín, de las emociones de todos…
Y a veces, simplemente, no me encuentro.
Entonces hago esto.
Escribo.
Dejo que las palabras me devuelvan poco a poco.
Y hoy quería dejarlo aquí…
porque a lo mejor tú también necesitas recomponerte.
Porque a lo mejor tú también estás cansada sin saber bien de qué.
Y te vendría bien saber que no estás sola.
Si pudiera decirme algo —a mí, o a ti—, sería esto:
Lo estás haciendo lo mejor que puedes.
Con lo que tienes hoy.
Y eso está bien.
No tienes que ser perfecta.
Solo presente.
Solo tú.
Tal como estás ahora.
Gracias por estar aquí.
Gracias por leerme.
Por quedarte un rato en este rincón.
Ojalá también te sirva para respirar.
Te abrazo suave,
desde este lugar de alma cansada pero sensible,
que aún así… sigue amando la vida.
Si después de leer esta carta te apetece acompañarme un rato más, aquí te dejo el vídeo de esa semana en la que también intento recomponerme desde lo sencillo.
👉🏻 Rutina de Lunes en casa
Chechu 🌾