Cómo empezó todo · Una marca que me vio

No sé si alguna vez has sentido que algo pequeño te cambia la mirada.

A mí me pasó con Vivaia.

Por aquel entonces, mi canal aún era muy pequeño. Estaba empezando, subiendo vídeos hechos con mucho cariño pero sin grandes pretensiones. Y de repente, recibo un correo: una marca de calzado sostenible quería colaborar conmigo. Pensé que era broma.

”¿Conmigo? ¿Cómo me han encontrado?”

Lo primero que hice fue desconfiar un poco —soy así— y me puse a investigar. ¿Quiénes eran? ¿Qué hacían? ¿Esto era real? Fue entonces cuando apareció Sonia, la persona que me ha acompañado desde el minuto uno, y ahí cambió todo.

Ella me escribió con cercanía, sin presionar, explicándome bien el proceso y mostrándome que detrás de esa marca había personas reales que se habían tomado el tiempo de ver mis vídeos, de entender mi estilo, y que realmente querían contar conmigo, no usarme.

Recuerdo perfectamente cuando llegó el primer paquete. Nada de plásticos, una presentación bonita, sencilla y cuidada. Me emocionó. Porque ya no era solo una colaboración. Era la primera vez que una marca me decía: “Te hemos visto. Nos gusta lo que haces. Queremos caminar contigo.”

Y eso, para alguien como yo, con una sensibilidad tan alta y con tanta necesidad de coherencia, significa mucho. Muchísimo.

Desde entonces, Vivaia no ha sido una marca más para mí. Fue la primera que confió en mí sin yo tener que pedir nada, sin tener miles de seguidores, sin condiciones absurdas. Y por eso, aunque ahora repito colaboración con ellos, esta entrada no nace de un acuerdo, ni de una obligación.

Nace porque quiero contar lo bien que me he sentido.

Porque cuando algo me gusta de verdad, necesito compartirlo.

Esto no es una reseña de producto.

Es una historia real, la mía.

Y me hace ilusión abrirla contigo.

Qué siento cuando camino con ellos

A mí, en los pies, casi todo me molesta.

Las costuras, el calor, el peso… incluso los calcetines.

Siempre he tenido que adaptarme yo al zapato. Nunca al revés.

Por eso, cuando probé los de Vivaia, me pasó algo que no me esperaba. Me los puse, y no me dolía nada. No me rozaban. No me pesaban.

Y pensé: ¿Así debería ser siempre?

Para alguien con alta sensibilidad, esas cosas pequeñas se sienten muy grandes.

Y yo, que suelo sacarme los zapatos en cuanto entro en casa, empecé a no querer quitármelos.

No es que los viva como una revolución, pero sí han sido un antes y un después en mi día a día.

Ya no aguanto un zapato que me incomoda. No tengo paciencia para eso.

Y creo que eso también es una forma de autocuidado.

No me cambió la vida.

Pero me la hizo un poco más fácil.

Y eso, para mí, es muchísimo.

Cada par, una historia

Antes de contaros cómo es cada uno de los modelos que he probado, quiero dejar algo muy claro:

Esto no es una colaboración pagada.

Nadie me ha pedido que escriba esta entrada.

Y no gano nada si pincháis en los enlaces.

Lo único que hay —y os lo digo con toda la naturalidad— es que si os interesa alguno de ellos y pincháis en los enlaces, se os aplica un código de descuento:

un 12% durante los tres primeros días, y luego se queda en un 10% ya para siempre.

Para vosotras. Yo no gano nada.

No hay nada más detrás de esto.

Comparto esta experiencia porque, sinceramente, me ha cambiado la forma de entender lo que puede ser un calzado.

Y como ya sabéis… sí, soy intensa. Pero también soy muy sincera.

Así que lo que vais a leer ahora es mi experiencia personal con cada uno de ellos.

No desde lo técnico, sino desde cómo me he sentido al ponérmelos, al caminar con ellos y al usarlos de verdad en mi día a día.

🩰 Cristina – Las bailarinas de satén

Las primeras.

Las que cambiaron mi idea de lo que podía ser un zapato.

Me las puse y fue como ir descalza, pero sin frío, sin suciedad, sin dolor.

Un calcetín suave con forma bonita.

Las he lavado tantas veces que he perdido la cuenta.

Y siguen igual.

Y sigo usándolas.

Por casa, para salir, para recoger a Luna… Siempre.

Estas bailarinas han sido mi gran descubrimiento.

No por lo que son, sino por lo que me hicieron sentir:

que podía estar cómoda sin tener que justificarlo.

**Cristina – bailarinas de satén**

🖇 Puedes ver este modelo aquí:
Vivaia Cristina – bailarinas de satén
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👟 Aldai – Las deportivas de sport.

Las cogí claritas, como casi todo lo que elijo.

Y aunque son deportivas, no tienen nada que ver con otras que he tenido.

No me aprietan, no me hacen sudar, no siento rigidez.

Van conmigo.

En los paseos largos, con Miguel y Luna, me han acompañado muchísimo.

Se lavan bien, se secan rápido y aguantan lo que les eches.

Aquí, en el campo, todo se mancha.

Pero estas aguantan.

Y eso… se agradece.

**Aldai – deportivas de sport**

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Vivaia Aldai – deportivas de sport
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👡 Kara – Las sandalias de verano

Estas me sorprendieron.

Porque no pesan nada.

Y aun así, me daban como altura, presencia, no sé cómo explicarlo.

Me las puse muchísimo durante el verano.

Para estar en el jardín, para salir un poco más arreglada…

Y siempre iba cómoda.

Fresquita, sin esa sensación de que te quema el pie.

No es fácil encontrar una sandalia que no moleste.

Y estas no molestan nada.

**Kara – sandalias deportivas**

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Vivaia Kara – sandalias deportivas
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👢 Filippa – Las botas altas de lana elástica

Estas fueron un capricho pensado.

Ya tenía en la cabeza mis minifaldas vaqueras y estas botas.

Y no me equivoqué.

Se adaptan a la pierna como un calcetín largo.

Y para alguien como yo, con cicatrices y una historia detrás…

Fue bonito poder ponérmelas y sentirme bien.

Son elegantes, sin necesidad de tacón.

Femeninas, sin tener que sufrir.

Y si hiciera más frío ya, me las estaría poniendo cada día.

**Filippa – botas altas de lana elástica**

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Vivaia Filippa – botas altas de lana elástica
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🥾 Urban Boots – Los botines deportivos

Estos van a ser mis bailarinas de otoño.

Lo tengo clarísimo.

Me los pongo sin agacharme.

Repelen el agua.

No pesan.

Y son como un guante, pero en versión botín.

Es lo más parecido a salir corriendo con los pies puestos ya.

No tengo que pensar si me van a apretar o si me van a dar calor.

Simplemente me los pongo.

Y salgo.

**Urban Boots – botines deportivos Slip-On**

🖇 Puedes ver este modelo aquí:
Vivaia Urban Boots – botines Slip-On
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👞 Ivana – Los mocasines híbridos

Aquí fui valiente.

Nunca he podido llevar mocasines.

Siempre me han hecho daño.

Pero estos… no.

Me costó fiarme, pensaba que me iban a rozar.

Y no pasó.

El primer día sentí un “uy, a ver”, pero nada.

A las dos horas ya ni me acordaba.

Y lo mejor es que voy cómoda… y arreglada.

Me los pongo sin calcetines, y mi pie respira igual.

Para mí, eso ya lo dice todo.

**Ivana – mocasines híbridos Walker Pro**

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Vivaia Ivana – mocasines Walker Pro híbridos
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Una marca que cuida de verdad

Con Vivaia todo ha sido fácil desde el principio.

Pero no fácil por cómodo, sino porque se han portado bien. De verdad.

Siempre he hablado con la misma persona, Sonia.

Y eso, para mí, que necesito claridad y estructura, ha sido muy importante.

No me han liado, no he tenido que repetir nada, y me han tratado con respeto.

Con cercanía también, pero sin agobiar. Justo en su sitio.

En esta segunda colaboración, ya fue como si nos conociéramos.

Sonia me escribió, me habló de los modelos nuevos, y me dio total libertad para elegir.

Le mandé el vídeo, lo vio, me dijo que le gustaba y ya está.

Nada de correcciones, nada de prisas.

Solo confianza.

Y además, me dijo algo que me llegó:

que no solo había visto el vídeo de la colaboración,

sino otros vídeos míos.

Y que le gustaba lo que hago.

Yo con eso ya tuve suficiente.

Porque no se trata solo de que una marca te mande un producto.

Se trata de cómo lo hacen.

Y Vivaia, a mí, me ha hecho sentir vista.

Y eso, para alguien como yo, con lo sensible que soy… es muchísimo.

Lo que esta colaboración ha despertado en mí

Con Vivaia ha habido un antes y un después.

Y no solo por el calzado, que ya os he contado lo que me ha hecho sentir, sino por todo lo que vino con ello.

Fue la primera marca que confió en mí.

Cuando todavía tenía muy poquitas suscriptoras.

Cuando ni siquiera sabía si esto del canal iba a salir bien.

Y me escribieron.

Y me vieron.

Y eso no se olvida.

Después de eso, han venido otras marcas, otras propuestas… y no todas han sido iguales.

He aprendido que no todo lo que parece cuidado, lo es.

Y también he aprendido que mi canal y mi comunidad valen demasiado como para aceptar cualquier cosa.

Así que sí, esta colaboración me ha cambiado.

Porque ahora sé muy bien qué quiero.

Y qué no.

Quiero trabajar con marcas que me respeten.

Que no me hagan correr.

Que me dejen ser yo.

Y sobre todo, que entiendan que yo no estoy aquí para vender, sino para compartir.

Y compartir, para mí, tiene un valor enorme.

Porque aquí, al otro lado, estáis vosotras.

Las que me leéis, las que me escribís cada domingo, las que ya sentís este espacio como un lugar seguro.

Y a vosotras os quiero cuidar también.

Por eso esta entrada no es una estrategia, ni una colaboración pactada.

Es solo una historia real, de algo que me ha hecho bien…

y que me apetecía contar.

📽️ Vídeo de la colaboración con Vivaia

Vivaia en PortAventura - Viaje en Familia, Calzado Sostenible y Reflexiones de vida

Código: CHECHU

Calzado sostenible VIVAIA: https://j1l.in/dMFos0
Botas Altas de Lana Elástica (Filipa): https://j1l.in/OehkUk
Botines Deportivos Slip-On (Urban Boots): https://j1l.in/EBCyFl
Mocasines Walker Pro Híbridos (Ivana): https://j1l.in/RMtwsN

Sneakerina de Satén (Cristina): https://j1l.in/xRIjTg
Slip-On Zapatillas (Allday): https://j1l.in/1zl3co
Sandalias Deportivas (Kara): https://j1l.in/1dcXFX

Vivaia no es una colaboración más: es una historia que quiero contar