Carta desde casa: Cuando lo das todo… y aún así sientes que no es suficiente
Hay días en los que una siente que no puede más.
Y no lo dice.
No porque no quiera contarlo… sino porque ni siquiera sabe por dónde empezar.
A veces me pasa.
Y cuando me pasa, me doy cuenta de que no tiene tanto que ver con lo que ocurre afuera, sino con lo que se mueve dentro.
Puedo haber tenido un día normal.
Haber cumplido con lo que tocaba.
Tener la casa más o menos en orden, una comida medio bonita sobre la mesa, mi hija contenta, incluso haber respondido algún mensaje pendiente.
Pero ahí está.
Esa sensación que aparece sin previo aviso y que susurra bajito:
No estás haciendo suficiente.
No lo estás haciendo bien del todo.
Y no tiene lógica.
Lo sé.
Pero aparece. Y se queda.
Creo que a muchas nos pasa.
Sobre todo cuando cuidamos mucho. Cuando sostenemos tantas cosas a la vez que nos olvidamos de sostenernos a nosotras mismas.
Cuando nos quitamos tiempo de descanso para terminar algo pendiente.
Cuando dejamos para más tarde ese ratito que tanto necesitamos, solo porque hay algo más que hacer.
No sé si te ha pasado también.
Pero hay algo muy doloroso en darlo todo… y seguir sintiéndote pequeña.
Invisible, incluso.
Durante años, sin darme cuenta, he creído que si lo hacía todo bien, si no dejaba nada a medias, si la casa estaba impecable y yo era útil, entonces, de alguna forma, merecía descansar.
Como si el descanso hubiera que ganárselo.
Como si el amor también.
Y no me di cuenta de cuánto peso llevaba encima hasta que empecé a soltarlo un poco.
No de golpe.
Pero sí en pequeñas cosas.
Como decir “ya está bien por hoy” aunque queden platos por fregar.
Como sentarme un rato a escribir sin pensar si es útil para alguien más.
Como permitirme llorar sin explicarlo.
O no contestar un mensaje cuando estoy cansada.
Hay una parte de mí que todavía cree que tengo que hacer más.
Sobre todo como madre. Como mujer. Como ama de casa. Como creadora. Como persona sensible que quiere hacerlo bien.
Pero también hay otra parte, cada vez más fuerte, que empieza a entender que no todo tiene que ser perfecto.
Que hay belleza en lo sencillo.
Y que no estoy aquí para rendir, sino para vivir.
Esto que estás leyendo no es un texto bonito para quedar bien.
Es mi forma de decir en voz alta lo que muchas veces callamos.
De poner en palabras lo que me he dicho mil veces en silencio.
Y quizás tú también.
Que a veces, aunque lo hagamos todo, seguimos sintiéndonos insuficientes.
Y eso duele.
Pero no significa que sea verdad.
La verdad, cuando la miro de frente, es que estamos haciendo muchísimo.
No siempre se ve.
No siempre se reconoce.
Pero está ahí.
En los gestos pequeños.
En las tareas repetitivas.
En el amor que damos sin medida.
En cómo pensamos por adelantado para que todo funcione.
En cómo cuidamos incluso cuando no nos cuidan.
Y eso…
eso ya es una forma de valentía.
A veces creo que necesitamos menos listas de productividad y más espacios como este.
Lugares donde poder decir “yo también me he sentido así”.
Donde no haga falta fingir ni parecer bien todo el rato.
Donde podamos hablar con sinceridad, sin florituras, de lo que cuesta sostener la vida a veces.
Mi intención con este blog es justo esa.
Que encuentres aquí un rincón de verdad.
De hogar.
De palabra honesta.
De calma.
Un espacio bonito, sí… pero no perfecto.
Un espacio donde podamos respirar juntas.
Gracias por quedarte a leer hasta aquí.
Y si tú también lo das todo… y a veces te sientes poco…
que sepas que te entiendo.
Y que, de verdad, lo que haces sí tiene valor.
Aunque no lo vean.
Aunque no te lo digan.
Ya estás haciendo suficiente.
Un abrazo desde lo sencillo,
Chechu 🤍🌸
📖 Si necesitas seguir bajando el ritmo…
He creado un cuaderno muy especial para mujeres sensibles.
Un espacio de calma y reconexión,
con frases, preguntas suaves y páginas para escribir lo que pesa
y volver a lo que calma. Es mi forma de soltar y pensé que podría servir a otros.
Está disponible aquí, por si sientes que te puede acompañar:
👉 “Pequeñas cosas que me calman” – Ver cuaderno
Gracias por llegar hasta aquí.
Ojalá este rincón haya sido un suspiro lento entre tanto ruido.